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Berlín, diciembre de 1989

Do blog Penúltimos Días: En diciembre del 89 regresé a toda prisa a Berlín. No podía creer que aquella vida estructurada por el Muro pudiera cambiar de un día para otro, y que ello hubiera ocurrido en mi ausencia. Al volver me esperaba H., a quien yo solía visitar a menudo cuando vivía en el otro lado. Por primera vez, paseamos juntos por Moabit. Hasta entonces siempre había sido yo […] Leia mais

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Instituto Millenium

Publicado em 14 de novembro de 2009 às, 00h14.

Última atualização em 24 de fevereiro de 2017 às, 12h49.

Do blog Penúltimos Días:
En diciembre del 89 regresé a toda prisa a Berlín. No podía creer que aquella vida estructurada por el Muro pudiera cambiar de un día para otro, y que ello hubiera ocurrido en mi ausencia. Al volver me esperaba H., a quien yo solía visitar a menudo cuando vivía en el otro lado. Por primera vez, paseamos juntos por Moabit. Hasta entonces siempre había sido yo quien cruzaba. Acordábamos la visita por teléfono —las líneas telefónicas siempre fueron las de antes del Muro, y la conexión de un lado a otro era una llamada local—, y él me solía esperar en el Checkpoint Charlie con su Trabant. De ahí íbamos a fiestas, a conciertos de rock en locales abarrotados a los que sólo se podía entrar tras decir el santo y seña. Mi visa expiraba a las doce de la noche, me estaba prohibido quedarme a dormir, y a esa hora él me regresaba al Checkpoint con su Trabant. Para “ellos”, los del Este, el Oeste era un mito que veían por televisión o escuchaban por radio, pero que la gente de mi generación no había visto nunca. H. me contó que los días que siguieron a los sucesos del 9 de noviembre de 1989 fueron caóticos. La gente cruzaba en masa y se quedaban extasiados con las sexshops de la Ku-Damm. Read more